DEL SENTIMIENTO TRÁGICO DE LA VIDA
Edgardo
Rafael Malaspina Guerra
En
el ensayo de Miguel de Unamuno “Del sentimiento trágico de la vida” (1913) se
habla del hombre concreto y su preocupación por la muerte y la inmortalidad.
Unamuno cita una serie de filósofos y sus ideas sobre la inmortalidad.
1
En
este libro el autor expone sus ideas con respecto al que considera el problema
fundamental de la filosofía: la inmortalidad. No queremos aceptar que la muerte
es el fin de todas nuestras posibilidades. El cerebro nos dice que no hay más
nada después de la muerte, pero el corazón quisiera lo contrario.
2
El
problema fundamental de la filosofía radica en la inmortalidad del alma, en la
contradicción entre la razón y el sentimiento, lo racional y lo emocional.
3
Hay
algo que, a falta de otro nombre, llamaremos el sentimiento trágico de la vida,
que lleva tras sí toda una concepción de la vida misma y del universo, toda una
filosofía más o menos formulada, más o menos consciente. Y ese sentimiento
pueden tenerlo, y lo tienen, no sólo hombres individuales, sino pueblos
enteros.
4
La
filosofía es más poesía que ciencia y busca una concepción universal de la
vida. La filosofía responde a la necesidad de
formarnos una concepción unitaria y
total del mundo y de la vida, y como consecuencia de esa concepción, un sentimiento
que engendre una actitud íntima y hasta una acción.
5
El
hombre es un animal afectivo o sentimental.
6
Dios
da sentido a la inmortalidad del alma.
7
Preferimos
la desgracia a la no existencia.
8
El
hombre es un fin , no un medio.
9
Filosefería
es la seudofilosofía.
10
Pensar
es hablar consigo mismo.
El
pensamiento es lenguaje interior.
11
De
la fantasía brota la razón.
12
El
hombre filosofa para convencerse a sí mismo, pero sin lograrlo.
13
Queremos
saber de dónde venimos y para dónde vamos porque no queremos morirnos del todo.
14
Hay
personas, en efecto, que parecen no pensar más que con el cerebro, o con
cualquier otro órgano que sea el específico para pensar; mientras otros piensan
con todo el cuerpo y toda el alma, con la sangre, con el tuétano de los huesos,
con el corazón, con los pulmones, con el vientre, con la vida.
15
Lo
más santo de un templo es que es el lugar a que se va a llorar en común.
16
No
basta curar la peste, hay que saber llorarla. ¡Sí, hay que saber llorar! Y
acaso esta es la sabiduría suprema.
17
La
conciencia es una enfermedad.
18
El
hombre es el único animal guardamuertos.
19
Nada
hay más universal que lo individual.
20
Los
escritores, poetas, escultores, pintores, y en general todos los artistas
quieren alcanzar la inmortalidad a través de sus obras. El que os diga que
escribe, pinta, esculpe o canta para propio recreo, si da al público lo que
hace, miente; miente si firma su escrito, pintura, estatua o canto. Quiere,
cuando menos, dejar una sombra de su espíritu, algo que le sobreviva.
21
Hasta
Dios hizo el mundo para manifestación de su gloria.
22
La
filosofía es un producto humano de cada filósofo, y cada filósofo es un hombre
de carne y hueso que se dirige a otros hombres de carne y hueso como él. Y haga
lo que quiera, filosofa, no con la razón sólo, sino con la voluntad, con el
sentimiento, con la carne y con los huesos, con el alma toda y con todo el cuerpo.
Filosofa el hombre.
23
Primum
vivere, deinde philosophari, dice el antiguo adagio latino,
y como el filósofo, antes que filósofo es hombre, necesita vivir para poder filosofar,
y de hecho filosofa para vivir. Y suele filosofar, o para resignarse a la vida,
o para buscarle alguna finalidad, o para divertirse y olvidar penas, o por
deporte y juego.
24
Creer
lo que no vimos es creer lo que veremos.
25
Acostumbrarse
es empezar a no ser.
26
¿No
puede decir el hombre de la estufa: «siento, luego soy»; o «quiero, luego soy»?
Y sentirse, ¿no es acaso sentirse imperecedero? Quererse, ¿no es quererse
eterno, es decir, no querer morirse?
27
Cuando
no se hacían para los vivos más que chozas de tierra o cabañas de paja que la
intemperie ha destruido, elevábanse túmulos para los muertos, y antes se empleó
la piedra para las sepulturas que no para las habitaciones. Han vencido a los
siglos por su fortaleza las casas de los muertos, no las de los vivos; no las
moradas de paso, sino las de queda. Este culto, no a la muerte, sino a la
inmortalidad, inicia y conserva las religiones.
28
Confesábame
un amigo, que previendo en pleno vigor de salud física la cercanía de una
muerte violenta, pensaba en concentrar la vida, viviéndola en los pocos días
que de ella calculaba le quedarían para escribir un libro. ¡Vanidad de
vanidades!
29
Filosofía
y religión son enemigas entre sí, y por ser enemigas se necesitan una a otra.
Ni hay religión sin alguna base filosófica ni filosofía sin raíces religiosas; cada
una vive de su contraria. La historia de la filosofía es, en rigor, una
historia de la religión. Y los ataques que a la religión se dirigen desde un
punto de vista presunto científico o filosófico, no son sino ataques desde otro
adverso punto de vista religioso.
30
La
filosofía puede tener, y de hecho tiene, un origen individual; la teología es
necesariamente colectiva.
31
En
el cementerio, hoy amortizado, de Mallona, en mi pueblo natal, Bilbao, hay
grabada una cuarteta que dice:
Aunque
estamos en polvo convertidos,
en
ti, Señor, nuestra esperanza fía,
que
tornaremos a vivir vestidos
con
la carne y la piel que nos cubrí
32
Hay
en el Fausto de Marlowe una escena que vale por toda la segunda parte del Fausto
de Goethe. Le dice a Helena Fausto: «Dulce Helena, hazme inmortal con un beso
-y le besa-. Sus labios me chupan el alma; ¡mira cómo huye! ¡Ven, Helena, ven; devuélveme
el alma! Aquí quiero quedarme, porque el cielo está en estos labios, y todo lo
que no es Helena escoria es.» «¡Devuélveme el alma!» He aquí el grito de
Fausto, el doctor, cuando después de haber besado a Helena va a perderse para
siempre.
33
La
fe en la inmortalidad es irracional. Y, sin embargo, fe, vida y razón se necesitan
mutuamente. Ese anhelo vital no es propiamente problema, no puede tomar estado
lógico, no puede formularse en proposiciones racionalmente discutibles, pero se
nos plantea, como se nos plantea el hambre. Tampoco un lobo que se echa sobre
su presa para devorarla, o sobre la loba para fecundarla, puede plantearse
racionalmente y como problema lógico su empuje. Razón y fe son dos enemigos que
no pueden sostenerse el uno sin el otro.
34
Cada
vez que considero
que
me tengo que morir,
tiendo
la capa en el suelo
y
no me harto de dormir.
35
La
guerra es la santificación del homicidio.
36
La
vida es una comedia para el que siente y un tragedia para el que piensa.
37
La
filosofía es filología.
38
Don
quijote alcanzó la inmortalidad a través del ridículo.
39
Lo
quijotesco es una filosofía.
40
El
vulgo busca las causas de sus males en el pasado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario