CONSOLACIÓN
A HELVIA
(El
dolor del exilio y su consuelo).
Edgardo
Rafael Malaspina Guerra
En
Consolación a Helvia (42 d. C.) Séneca (4 a. C -65 d . C) escribe
sobre el exilio y consuela a su madre por los sufrimientos propios de toda
separación.
1
Aquellos
cuyos años han transcurrido entre calamidades, soportan los dolores más
intensos con inquebrantable y firme constancia.
2
La
asiduidad del infortunio tiene algo bueno, y es que, atormentando sin descanso,
concluye por endurecer.
3
Encuentro
la dicha en medio de cosas que ordinariamente forman la desgracia de los demás.
4
La
prosperidad no eleva al sabio, ni la adversidad puede abatirle, porque ha
trabajado sin cesar en aglomerar cuanto ha podido dentro de sí mismo y en
buscar en su interior toda su alegría.
5
La
fortuna agobia a aquellos sobre quienes cae de improviso: el que vigila
constantemente la vence sin trabajo.
6
En
lo que llaman males, no encuentro todo lo espantoso y terrible con que me
amenazaba la opinión vulgar.
7
Qué
es el destierro: en su última expresión, no es más que cambio de lugar.
8
La
movilidad humana paseó por soledades impracticables y desconocidas. Estos
pueblos llevaban consigo sus niños, sus mujeres y sus padres abrumados por la
edad. Unos, después de perderse en grandes rodeos, no decidieron por elección
el paraje de su morada, sino que se detuvieron por cansancio en el más
inmediato.
9
Evidente
es que nada permanece en el punto en que nació: el género humano se mueve
continuamente, y todos los días cambia algo en este vasto conjunto.
10
Según
M. Bruto, es suficiente para aquellos que parten para el destierro poder llevar
con ellos sus virtudes.
11
Dos
cosas excelentes nos seguirán a donde quiera que vayamos: la naturaleza que es
común a todos, y la virtud que nos es propia.
12
Lo
más excelente del hombre está fuera del poder humano; no se le puede dar ni
quitar: hablo del mundo, la creación más bella y brillante de la naturaleza; de
esta alma hecha para contemplar y admirar el mundo, del que ella a su vez es la
parte más magnífica; esta alma que nos pertenece en propiedad y para siempre,
que debe durar tanto como duremos nosotros.
13
Recorramos
todas las tierras; ni una sola encontraremos en el mundo que sea extraña al
hombre. Desde todas ellas se eleva nuestra mirada a igual distancia hacia el
cielo; y el mismo intervalo
separa las cosas divinas de las humanas.
14
Con
tal que mi alma, aspirando a contemplar los mundos que participan de su
naturaleza, se
mantenga en las regiones sublimes, ¿qué me importa lo que piso?
15
Estar
lejos de la patria no es una calamidad; ¿te has imbuido bastante en la
filosofía para saber que el sabio en todas partes encuentra su patria?
16
El
alma es la que hace la riqueza: ella es la que sigue al hombre al destierro, y
la que, en los desiertos más áridos, mientras encuentra con qué sostener el
cuerpo, goza y abunda en sus bienes.
Nada
importa la riqueza al alma, de la misma manera que a los dioses inmortales.
17
La
pobreza es tolerable si no lleva consigo
la ignominia, que es la que puede abatir el ánimo.
18
Si
tienes bastante fuerza en ti mismo para rechazar un ataque de la fortuna, debes
tenerla también para rechazarlos todos: una vez que la virtud ha endurecido el ánimo,
le hace invulnerable por todos lados.
19
Cuando
hayas lanzado de tu corazón el temor a la muerte, no dará entrada a ningún
terror.
20
Solamente
es despreciado por los demás el que se desprecia a sí mismo
21
Nada
debemos admirar tanto como un hombre desgraciado con valor.
22
Dejarse
abatir por dolor infinito cuando se pierde una persona querida, es loco cariño ;
no experimentar ninguno, es inhumana dureza.
23
El
equilibrio mejor entre el cariño y la razón es experimentar el dolor y
dominarlo.
24
El
amor es más grande cuando con igual peligro consigue menos.
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