ECCE HOMO (1908)
Edgardo Rafael Malaspina Guerra
Nietzsche habla de su vida, su familia,
sus primeros pasos, su carrera como filósofo, se alaba a sí mismo (hasta la megalomanía) sin tapujos ni falsas
poses de modestia, explica porque su filosofía perdurará, destroza a sus
adversarios y a todo lo que proviene del cristianismo
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“Ecche homo. Cómo se llega a ser lo que se es” (Escrito
en 1888-Publicado en 1908)) es un libro autobiográfico de Frederic Nietzsche
donde trata de dirimir su legado doctrinario y filosófico con el del propio
Cristo. “Ecche homo” ( ¡He aquí el hombre!) dijo Poncio Pilatos, refiriéndose a
Jesús de Nazareth . Nietzsche es Dionisio. Luego de largas diatribas, su disquisición finaliza con una antinomia que
refleja el verdadero espíritu de su discurso: Dioniso o el Crucificado.
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Nietzsche habla de su vida, su familia,
sus primeros pasos, su carrera como filósofo, se alaba a sí mismo (hasta la megalomanía) sin tapujos ni falsas
poses de modestia, explica porque su filosofía perdurará, destroza a sus
adversarios y a todo lo que proviene del cristianismo. También habla de sus
lecturas, sus libros y las circunstancias en que los escribió, su salud, sus
comidas , bebidas, costumbres y gustos por lugares y paisajes. Recuerda los
términos con los cuales revolucionó a la filosofía: lo apolíneo y lo
dionisíaco, la voluntad de poder, el superhombre, etc.
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Sobre sí mismo:
-La desproporción entre la grandeza de
mi tarea y la pequeñez de mis contemporáneos se ha puesto de manifiesto en el
hecho de que ni me han oído ni tampoco me han visto siquiera.
- Mi
tarea de preparar a la humanidad un instante de suprema autognosis, un gran mediodía en el que mire hacia atrás y
hacia delante, en el que se sustraiga al dominio del azar y de los sacerdotes.
-Conozco mi suerte. Alguna vez irá
unido a mi nombre el recuerdo de algo monstruoso, de una crisis como jamás la
hubo antes en la Tierra.
-Yo no soy un hombre, soy dinamita.
-Yo soy el primero que ha descubierto
la verdad, debido a que he sido el primero en sentir —en oler— la mentira como
mentira.
-Yo soy, con mucho, el hombre más
terrible que ha existido hasta ahora; esto no excluye que yo seré el más
benéfico.
- Yo soy el primer inmoralista, por
ello soy el aniquilador par excellence.
-Yo soy un discípulo del filósofo
Dioniso, preferiría ser un sátiro antes que un santo.
-En mi recuerdo falta el que yo me haya
esforzado alguna vez, no es posible detectar en mi vida rasgo alguno de lucha,
yo soy la antítesis de una naturaleza heroica.
-No quiero volverme distinto. Pero así
he vivido siempre. No he tenido ningún deseo. ¡Soy alguien que, habiendo
cumplido ya los cuarenta y cuatro años, puede decir que no se ha esforzado
jamás por poseer honores, mujeres, dinero!
-Un día fui catedrático de Universidad
—nunca había pensado ni de lejos en cosa semejante, pues entonces apenas tenía
yo veinticuatro años.
He producido sencillamente, sin pausa,
cosas de primera categoría, que ningún hombre volverá a hacer después de mí.
- Una
cosa soy yo, otra cosa son mis escritos.
- Yo
soy el antiasno par excellence y, por lo tanto, un monstruo en la historia del
mundo; yo soy, dicho en griego, y no sólo en griego, el anticristo.
-Tengo derecho a considerarme el primer
filósofo trágico, es decir, la máxima antítesis y el máximo antípoda de un
filósofo pesimista.
- Mi
listeza es haber sido muchas cosas y en muchos lugares, para poder llegar a ser
una única cosa.
- ¿Quién, antes de mí, ha sido entre
los filósofos psicólogo y no más bien lo contrario de éste, “farsante superior”,
“idealista”?
-Antes de mí no ha habido en absoluto
sicología. Ser en esto el primero puede ser una maldición, es en todo caso un
destino: pues se es también el primero en despreciar. La náusea por el hombre
es mi peligro.
-Quien sabe respirar el aire de mis
escritos sabe que es un aire de alturas, un aire fuerte.
- Yo
necesito soledad, quiero decir, curación, retorno a mí mismo, respirar un aire
libre, ligero y juguetón. Todo mi Zaratustra es un ditirambo a la soledad o, si
se me ha entendido, a la pureza...
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Pensamientos:
-El hombre del conocimiento no sólo
tiene que poder amar a sus enemigos, tiene también que poder odiar a sus
amigos.
- La
palabra más grosera, la carta más grosera son mejores, son más educadas que el
silencio.
- Yo
sólo ataco causas que triunfan.
- Una
cosa es el espantoso silencio que se oye alrededor.
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Salud y enfermedad:
-El estar enfermo puede constituir
incluso un enérgico estimulante para vivir, para más-vivir. Así es como de
hecho se me presenta ahora aquel largo período de enfermedad: por así decirlo,
descubrí de nuevo la vida, y a mí mismo incluido, saboreé todas las cosas
buenas e incluso las cosas pequeñas como no es fácil que otros puedan
saborearlas; convertí mi voluntad de salud, de vida, en mi filosofía.
- La
enfermedad me ha forzado a razonar, a reflexionar sobre la razón que hay en la
realidad.
-La enfermedad fue lo que me condujo a
la razón.
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Religión:
La
“religión” de Buda es mejor calificarla de higiene, para no mezclarla con
casos tan deplorables con el cristianismo. Buda
dice: “no se pone fin a la enemistad con la enemistad, sino con la amistad”;
esto se encuentra al comienzo de la enseñanza de Buda; así no habla la moral,
así habla la fisiología.
-El ateísmo yo no lo conozco en
absoluto como un resultado, aún menos como un acontecimiento: en mí se da por
supuesto, instintivamente.
-Chiste de ateísta, un chiste que
precisamente yo habría podido hacer: “La única disculpa de Dios es que no
existe”.
-
¿Cuál ha sido hasta ahora la máxima objeción contra la existencia? Dios.
-Las religiones son asuntos de la
plebe, yo siento la necesidad de lavarme las manos después de haber estado en
contacto con personas religiosas.
No quiero ser un santo, antes prefiero
ser un bufón.
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Comidas y bebidas:
¡ La mejor cocina es la del Piamonte!
-Yo
soy adversario, por experiencia, del régimen vegetariano.
-Una comida fuerte es más fácil de
digerir que una demasiado pequeña.
-Las bebidas alcohólicas me resultan
perjudiciales; un solo vaso de vino o de cerveza al día basta para hacer de mi
vida un “valle de lágrimas”.
-No sabría aconsejar nunca con bastante
seriedad la completa abstención de bebidas alcohólicas a todas las naturalezas
de espiritualidad superior . El
agua basta.
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Escritura y movimiento:
-Escribir en una sola vigilia nocturna
una larga disertación latina y además copiarla en limpio, poniendo en la pluma
la ambición de imitar en rigor y concisión a mi modelo Salustio, y derramar
sobre mi latín un poco de grog del mayor calibre, esto era algo que, ya cuando
yo era alumno de la venerable Escuela de Pforta, no estaba reñido en absoluto
con mi fisiología.
-Estar sentado el menor tiempo posible;
no dar crédito a ningún pensamiento que no haya nacido al aire libre y pudiendo
nosotros movernos con libertad, a ningún pensamiento en el cual no celebren una
fiesta también los músculos.
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Lecturas:
-En mi caso toda lectura forma parte de
mis recreaciones: en consecuencia, forma parte de aquello que me libera a mí de
mí, que me permite ir a pasear por ciencias y almas extrañas, cosa que yo no
tomo ya en serio.
- La lectura me recrea precisamente de
mi seriedad.
-En épocas de profundo trabajo no se ve
libro alguno cerca de mí; me guardaría bien de dejar hablar y aún menos pensar
a alguien cerca de mí. Y esto es lo que significaría, en efecto, leer.
- El
docto, que en el fondo no hace ya otra cosa que revolver libros —el filólogo
corriente, unos doscientos al día—, acaba por perder íntegra y totalmente la
capacidad de pensar por cuenta propia. Si
no revuelve libros, no piensa.
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Sobre sus libros:
-Que en mis escritos habla un psicólogo
sin igual, tal vez sea ésta la primera conclusión a que llega un buen lector,
un lector como yo lo merezco, que me lea como los buenos filólogos de otros
tiempos leían a su Horacio.
-Abismos en los que todavía no se ha
extraviado pie ninguno. Se me ha dicho que no es posible dejar de la mano un
libro mío, que yo perturbo aun el reposo nocturno
-Tomar en las manos un libro mío me
parece una de las más raras distinciones que alguien puede concederse, supongo incluso
que para hacerlo se quitará los guantes, para no hablar de las botas.
El nacimiento de la tragedia:
-Para ser justos con El nacimiento de
la tragedia (1872) será necesario olvidar algunas cosas. Ha influido e incluso
fascinado por lo que tenía de errado, por su aplicación al wagnerismo, como si
éste fuese un síntoma de ascensión.
Humano demasiado humano:
- Humano, demasiado humano es el
monumento de una crisis. Dice de sí mismo que es un libro para espíritus
libres: casi cada una de sus frases expresa una victoria —con él me liberé de
lo que no pertenecía a mi naturaleza.
Aurora:
-Pensamientos sobre la moral como
prejuicio
-Con este libro empieza mi campaña
contra la moral. No es que huela lo más mínimo a pólvora: en él se percibirán
olores completamente distintos y mucho
más amables, suponiendo que se tenga alguna finura en la nariz.
La gaya ciencia:
-Aurora es un libro que dice sí, un
libro profundo, pero luminoso y benévolo. Eso mismo puede afirmarse también, y
en grado sumo, de La gaya ciencia
Así habló Zaratustra. Un libro para
todos y para nadie:
-Cuando
en una ocasión el doctor Heinrich von Stein se quejó honestamente de no
entender una palabra de mi Zaratustra, le dije que me parecía natural: haber
comprendido seis frases de ese libro, es decir, haberlas vivido, eleva a los
mortales a un nivel superior a aquel que los hombres “modernos “podrían
alcanzar.
Más allá del bien y del mal:
-Este libro (1886) es en todo lo
esencial una crítica de la modernidad, no excluidas las ciencias modernas, las
artes modernas, ni siquiera la política moderna, y ofrece a la vez indicaciones
de un tipo antitético que es lo menos moderno posible, un tipo aristocrático,
un tipo que dice sí. En este último sentido el libro es una escuela del
gentilhomme (gentilhombre), entendido este concepto de manera más espiritual y
más radical de lo que nunca hasta ahora lo ha sido.
Genealogía de la moral:
-Los tres tratados de que se compone
esta Genealogía son acaso, en punto a
expresión, intención y arte de la sorpresa, lo más inquietante que hasta el
momento se ha escrito.
-Dioniso es también, como se sabe, el
dios de las tinieblas. Siempre hay un comienzo que debe inducir a error, un
comienzo frío, científico, incluso irónico, intencionadamente situado en primer
plano, intencionadamente demorado.
es la sicología del cristianismo: el
nacimiento del cristianismo del espíritu del resentimiento.
- El segundo tratado ofrece la
sicología de la conciencia: ésta no es, como se cree de ordinario,
“la voz de Dios en el hombre”, es el
instinto de la crueldad, que revierte hacia atrás cuando ya no puede seguir
desahogándose hacia fuera. La crueldad, descubierta aquí por vez primera como
uno de los más antiguos trasfondos de la cultura, con el que no es posible
dejar de contar.
-El tercer tratado da respuesta a la
pregunta de dónde procede el enorme poder del ideal ascético, del ideal
sacerdotal, a pesar de ser éste el ideal nocivo par excellence, una voluntad de
final, un ideal de décadence. Respuesta: no porque Dios esté actuando detrás de
los sacerdotes, como se cree de ordinario, sino faute de mieux [a falta de algo
mejor], porque ha sido hasta ahora el único ideal, porque no ha tenido ningún
competidor.
-
El crepúsculo de los ídolos. Cómo se filosofa
con el martillo:
-Este escrito, que no llega siquiera a
las ciento cincuenta páginas, de tono alegre y fatal, un demón que ríe, obra de
tan pocos días que vacilo en decir su número, es la excepción en absoluto entre
libros: no hay nada más sustancioso, más independiente, más demoledor, más
malvado. Si alguien quiere formarse brevemente una idea de cómo, antes de mí,
todo se hallaba cabeza abajo, empiece por este escrito. Lo que en el título se
denomina ídolo es sencillamente lo que hasta ahora fue llamado verdad.
Crepúsculo de los ídolos, dicho claramente: la vieja verdad se acerca a su
final.
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Aclaratoria de algunos conceptos:
-¿Se me ha entendido? No he dicho aquí
ni una palabra que no hubiese dicho hace ya cinco años por boca de Zaratustra.
El descubrimiento de la moral cristiana es un acontecimiento que no tiene
igual, una verdadera catástrofe.
-Todo lo que hasta ahora se llamó
«verdad» ha sido reconocido como la forma más nociva, más pérfida, más
subterránea de la mentira; el sagrado pretexto de “mejorar” a la humanidad,
reconocido como el ardid para chupar la sangre a la vida misma, para volverla
anémica. Moral como vampirismo.
-Quien
descubre la moral ha descubierto también el no-valor de todos los valores en
que se cree o se ha creído; no ve ya algo venerable en los tipos de hombre más
venerados e incluso proclamados santos, ve en ellos la más fatal especie de
engendros, fatales porque han fascinado.
-¡El concepto “Dios”, inventado como
concepto antitético de la vida en ese concepto, concentrado en horrorosa unidad
todo lo nocivo, envenenador, difamador, ¡la entera hostilidad a muerte contra
la vida!
-¡El concepto “más allá”, “mundo
verdadero”, inventado para desvalorizar el único mundo que existe para no dejar
a nuestra realidad terrenal ninguna meta, ninguna razón, ninguna tarea!
-¡El concepto “alma”, “espíritu”, y por
fin incluso “alma inmortal”, fue inventado para despreciar el cuerpo, para
hacerlo enfermar —hacerlo “santo”—, para contraponer una ligereza horripilante
a todas las cosas que merecen seriedad en la vida, a las cuestiones de
alimentación, vivienda, dieta espiritual, tratamiento de los enfermos, limpieza,
clima!
-¡En lugar de la salud, la “salvación
del alma” es decir, una folie circulaire (locura circular) entre convulsiones
de penitencia e histerias de redención!
- ¡El concepto “pecado” fue inventado,
juntamente con el correspondiente instrumento de tortura!
- El concepto “voluntad libre”, para
extraviar los instintos, ¡para convertir en una segunda naturaleza la
desconfianza frente a
ellos!
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Conclusión:
¿Se me ha comprendido? —Dioniso contra
el Crucificado.