UTOPÍA
(A
partir de este libro el hombre empezó a
soñar con una mejor sociedad; y esos
sueños terminaron en pesadillas)
Edgardo
Malaspina
1
“Utopía”
(1516) , la novela de Tomas Moro (1478-1535), inauguró una corriente escritural
que fue más allá de lo literario para abarcar el ámbito político y filosófico.
2
En
Utopía no hay propiedad privada, todo es de todos, no hay diferencia de clases
y los colectivos rigen la sociedad. Ese sueño utópico en la realidad y se
convirtió en su contrario: la distopía: sociedad ficticia indeseable.
3
¿Quién
desea más cambiar el orden social si no aquel que no está conforme con su presente
condición?
4
Las
casas de Utopía tienen puertas que se abren con una simple presión y se cierran
solas; puede entrar quien lo desee, porque no existe la propiedad privada, y
cada diez años, previo sorteo, se intercambian las viviendas.
5
Utopía
está dirigida por un magistrado vitalicio que puede ser destituido si sospecha
que se ha convertido en un tirano.
6
Los
habitantes de Utopía se dedican todos a la agricultura, pero pueden ocuparse de
otros oficios.
7
En
Utopía todos sus habitantes tienen una muda de ropa para dos años y de un mismo
color en todo el país.
8
En
cada ciudad hay u n mercado donde los habitantes toman los productos que
necesitan sin pagar.
9
Cada
ciudad tiene cuatro hospitales públicos. Aquí son atendidos los enfermos con
mucho esmero sin privaciones de ningún
tipo.
10
En
Utopía se trabaja y se descansa; cada persona se siente vigilada por los demás,
por eso no hay motivo para el ocio. No hay tabernas ni cervecerías, ni
ocasiones para la holgazanería y la
corrupción. No hay reuniones secretas ni lugares ocultos, ni burdeles.
11
El
placer corporal consiste en la salud sin ningún tipo de malestar.
No
es posible tener conciencia de la salud sin el auxilio de alguna sensación
externa.
12
A
los enfermos que sufren un mal incurable y doloroso se les cuida, pero se les
aconseja morir por voluntad propia
(¿Eutanasia?) para no ser una carga para la sociedad.
13
Los
utópicos se duelen de las enfermedades de su prójimo, pero jamás de la muerte
de nadie. Opinan que se debe morir con la alegría reflejada en el rostro.
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