EL
EXTRANJERO
(“Desde
que uno debe morir, es evidente que no importa
cómo ni cuándo”.)
Edgardo
Rafael Malaspina Guerra
1
El
extranjero (1942) de Albert Camus se asocia al existencialismo y a la filosofía
del absurdo. Lo absurdo en esta obra tiene una connotación negativa, no así en
el Mito de Sísifo, donde Camus plantea que lo absurdo puede ser la razón para
enfrentar la vida y disfrutarla plenamente.
2
Algunos
dicen que la traducción correcta es “El extraño”, porque para Meursault, el
héroe de la novela, el mundo le es extraño: nada le importa, ni su entorno
íntimo ni tampoco lo que pasa lejos de él.
3
El
extranjero refleja la apatía, la angustia y la soledad del individuo. También
refleja la indiferencia de la sociedad.
4
Cuando
Meursault mata al árabe, crimen por el cual será condenado a muerte, comprendió
que había destruido el equilibrio del día, el silencio excepcional de una
playa. Los disparos fueron como golpes en la puerta de la desgracia.
La
vida no tiene sentido fuera de uno mismo.
5
La
vida es rutina, y la rutina es absurda.
6
La
soledad es la verdadera compañera de la condición humana. Meursault es un
solitario, a quien nada ni nadie le importa. La madre de Meurrsaul vive en un
asilo acompañada de otros ancianos, pero paradójicamente es una solitaria,
igual que cada uno de sus colegas del albergue. Salamano, el viejo viudo que
pasea con un perro sarnoso, es un solitario que se enfada con el can por
cualquier cosa; y cuando el perro se pierde queda herido de una gran soledad.
Salamano busca a su perro, pero nunca lo encuentra. Por las noches llora y no quiere oír los ladridos de perros, porque
“siempre me parece que es el mío”.
7
Salamano
dice: La verdadera enfermedad de mi perro es la vejez, y la vejez no se cura.
8
Cuando
le preguntan a Meursault sobre la indiferencia hacia su madre, contesta como un
personaje de Dostoyevski, que igual la quería, aunque “todos los seres normales
habían deseado más o menos la muerte de aquellos a quienes amaban”.
9
A
la espera de su ejecución Meursault recuerda que su madre le decía “nunca se es
completamente desgraciado”. Estas palabras cobraban fuerza cuando el cielo se
coloreaba y un nuevo día se deslizaba en la celda.
10
“Y
bien tendré que morir…Pero todo el mundo sabe que la vida no vale la pena de
ser vivida…Morir a los treinta años o a
los setenta importa poco, pues, naturalmente, en ambos casos, otros hombres y
otras mujeres vivían y así durante miles de años”.
“Desde
que uno debe morir, es evidente que no importa
cómo ni cuándo”.
11
Cuando
el capellán comprueba que Meursault es ateo, y que por lo tanto no cree en otra
vida, le dice:¿No tiene usted, pues,
esperanza alguna y vive pensando que va a morir por entero? El condenado le
contesta con firmeza: ¡Sí!
12
Meursault
estaba convencido de una cosa: sus ideas sobre la vida y la muerte eran más
ciertas que las del capellán que creía en algo que no podía comprobar. En
cambio, él, Meursault estaba seguro de que su vida había sido un absurdo.
“Poseía esta verdad, tanto como ella me poseía a mí”.
13
“…Vaciado
de esperanza, delante de esta noche cargada de presagios y de estrellas, me
abría por primera vez a la tierna indiferencia del mundo”.
Cierto,
muchos piensan, que al mundo, al universo que tiene miles de millones de años,
no le importa nada la vida del hombre que apenas tiene unos cuantos miles de
años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario