FAHRENHEIT 451: UNA NOVELA SOBRE PIROMANIÁTICOS Y BIBLIOCLASTAS
(“Los
que no construyen deben destruir”)
Edgardo
Rafael Malaspina Guerra
1
Fahrenheit
451 (1953) del escritor estadounidense Ray
Bradbury (1920-2012) es una novela distópica, cuya trama
principal es la prohibición y quema de libros por parte de bomberos que no
extinguen el fuego, sino que lo provocan. El Estado totalitario pretende
controlar el conocimiento para controlar a sus habitantes, por eso quema
libros, persigue a los lectores, manipula la educación y vigila la información
a través de la propaganda.
“Es
un buen trabajo. El lunes quema a Millay, el miércoles a Whitman, el viernes a
Faulkner, conviértelos en ceniza y, luego, quema las cenizas. Este es nuestro
lema oficial”.
2
El
héroe, Montag, al principio forma parte de las brigadas pirómanas, pero luego
entiende el papel importante de los libros, y decide luchar, junto con un grupo
de personas, para que sobrevivan a través de las generaciones. Para conservar
el conocimiento cada miembro del grupo se aprende un libro de memoria antes de
ser quemado.
Mejor es guardarlo todo en la cabeza, donde
nadie pueda verlo ni sospechar su existencia. Todos somos fragmentos de
Historia, de Literatura y de Ley Internacional, Byron, Tom Paine, Maquiavelo o
Cristo, todo está aquí. Y ya va siendo tarde. Y la guerra ha empezado. Y
estamos aquí, y la ciudad está allí, envuelta en su abrigo de un millar de
colores. ¿En qué piensa, Montag?
-
Yo
soy La República de Platón. ¿Desea leer Marco Aurelio? Mr. Simmons es Marco.
—¿Cómo
está usted? —dijo Mr. Simmons.
—Hola
—contestó Montag.
—Quiero
presentarle a Jonathan Swift, el autor de ese malicioso libro político, Los
viajes de Gulliver. Este otro sujeto es Charles Darwin, y aquél es
Schopenhauer, y aquél, Einstein, y el que está junto a mí es Mr. Albert
Schweitzer, un filósofo muy agradable, desde luego. Aquí estamos todos, Montag,
Aristófanes, Mahatma Gandhi, Gautama Buda, Confucio, Thomas Love Peacock,
Thomas Jefferson y Mr. Lincoln. Y también somos Mateo, Marco, Lucas y Juan.
3
¿Hombres que reciten a Milton? ¿Qué digan:
recuerdo a Sófocles? ¿Recordando a los supervivientes que el hombre tiene
también ciertos aspectos buenos? Lo único que harán será reunir sus piedras
para arrojárselas los unos a los otros. Váyase a casa, Montag. Váyase a la
cama.
4
Fernando Báez en su importante obra “Historia Universal de la destrucción
de libros” dice que un biblioclasta es aquel que destruye libros .Grandes
prensadores fueron biblioclastas. René Descartes sugirió a sus lectores quemar
los libros anteriores a su nuevo método. Igual petición hizo el filósofo David
Hume. Borges escribió que la renovación del presente consistía en quemar el
pasado por eso de tiempo en tiempo era necesario destruir la biblioteca de
Alejandría .Platón e Hipócrates, el padre de la Medicina, también quemaron
libros.
5
Hitler prohibió a los judíos
adquirir libros y diarios. ¿No afecta eso nuestra capacidad de pensamiento, a
nuestros sueños, a la libertad interior, ese último fortín de lo digno y de lo
humano? (Rosa Montero en “La loca de la casa”)
6
Hay un tiempo para todo. Sí. Una época para
derrumbarse, una época para construir. Sí. Una hora para guardar silencio y
otra para hablar. Sí, todo. Pero, algo más. ¿Qué más? Algo, algo... Y, a cada
lado del río, había un árbol de la vida con doce clases distintas de frutas, y
cada mes entregaban su cosecha; y las hojas de los árboles servían para curar a
las naciones. “Sí —pensó Montag—, eso es lo que guardaré para mediodía. Para
mediodía... Cuando alcancemos la ciudad”.
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