DON
QUIJOTE DE LA MANCHA Y LA HISTORIA
Edgardo
Rafael Malaspina Guerra
1
En
muchos pasajes de Don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes nos da sus
opiniones de la Historia por boca de sus héroes. Sancho sueña con pasar a la
Historia, a pesar de su humilde oficio.
Don Quijote opina que los historiadores deberían callar sobre ciertos
hechos porque las acciones que ni mudan ni alteran la verdad de la Historia no
hay para qué escribirlas; además, el biógrafo sabe cosas sorprendentes que el
biografiado ignora. El cura Pedro Pérez
le recomienda a don Quijote leer libros verdaderos de Historia y no los falsos
de caballerías; y el bachiller Sansón Carrasco explica las diferencias entre un
historiador y un poeta.
Don
Quijote dice:
“Los
historiadores deben ser puntuales, verdaderos y no nada apasionados, y que ni
el interés ni el miedo, el rencor ni la afición, no les hagan torcer del camino
de la verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las
acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de
lo por venir”.
2
(Sancho
también sueña con pasar a la Historia con su modesto trabajo de escudero)
-Digo,
pues, señor -respondió Sancho-, que, de algunos días a esta parte, he
considerado cuán poco se gana y granjea de andar buscando estas aventuras que
vuestra merced busca por estos desiertos y encrucijadas de caminos, donde, ya que
se venzan y acaben las más peligrosas, no hay quien las vea ni sepa; y así, se
han de quedar en perpetuo silencio, y en perjuicio de la intención de vuestra
merced y de lo que ellas merecen. Y así, me parece que sería mejor, salvo el
mejor parecer de vuestra merced, que nos fuésemos a servir a algún emperador, o
a otro príncipe grande que tenga alguna guerra, en cuyo servicio vuestra merced
muestre el valor de su persona, sus grandes fuerzas y mayor entendimiento; que,
visto esto del señor a quien sirviéremos, por fuerza nos ha de remunerar, a cada
cual, según sus méritos, y allí no faltará quien ponga en escrito las hazañas
de vuestra merced. para perpetua memoria. De las mías no digo nada, pues no han
de salir de los límites escuderiles; aunque sé decir que, si se usa en la
caballería escribir hazañas de escuderos, que no pienso que se han de quedar
las mías entre renglones.
3
Don
Quijote cree que el historiador o biógrafo averigua verdades que el biografiado
ignora:
“…
Y podría ser que el sabio que escribiese mi historia deslindase de tal manera
mi parentela y descendencia, que me hallase quinto o sexto nieto de rey. Porque
te hago saber, Sancho, que hay dos maneras de linajes en el mundo: unos que
traen y derriban su descendencia de príncipes y monarcas, a quien poco a poco
el tiempo ha deshecho, y han acabado en punta, como pirámide puesta al revés;
otros tuvieron principio de gente baja, y van subiendo de grado en grado, hasta
llegar a ser grandes señores. De manera que está la diferencia en que unos
fueron, que ya no son, y otros son, que ya no fueron; y podría ser yo déstos
que, después de averiguado, hubiese sido mi principio grande y famoso, con lo
cual se debía de contentar el rey, mi suegro, que hubiere de ser.
4
El
cura Pedro Pérez le recomienda don Quijote leer libros de historias verdaderas
en vez de los falsos de caballerías.
Ea,
señor don Quijote, duélase de sí mismo, y redúzcase al gremio de la discreción,
y sepa usar de la mucha que el cielo fue servido de darle, empleando el
felicísimo talento de su ingenio en otra lectura que redunde en aprovechamiento
de su conciencia y en aumento de su honra! Y si todavía, llevado de su natural
inclinación, quisiere leer libros de hazañas y de caballerías, lea en la Sacra
Escritura el de los Jueces; que allí hallará verdades grandiosas y hechos tan
verdaderos como valientes. Un Viriato tuvo Lusitania; un César, Roma; un Aníbal,
Cartago; un Alejandro, Grecia; un conde Fernán González, Castilla; un Cid,
Valencia; un Gonzalo Fernández, Andalucía; un Diego García de Paredes, Extremadura;
un Garci Pérez de Vargas, Jerez; un Garcilaso, Toledo; un don Manuel de León,
Sevilla, cuya lección de sus valerosos hechos puede entretener, enseñar, deleitar
y admirar a los más altos ingenios que los leyeren. Ésta sí será lectura digna
del buen entendimiento de vuestra merced, señor don Quijote mío, de la cual
saldrá erudito en la historia, enamorado de la virtud, enseñado en la bondad,
mejorado en las costumbres, valiente sin temeridad, osado sin
5
(Plática
con el bachiller Sansón Carrasco sobre la Historia. Hechos sobre los cuales la Historia debería
callar. Diferencias entre el historiador y el poeta)
–A
lo que yo imagino –dijo don Quijote–, no hay historia humana en el mundo que no
tenga sus altibajos, especialmente las que tratan de caballerías, las cuales
nunca pueden estar llenas de prósperos sucesos.
–Con
todo eso –respondió el bachiller–, dicen algunos que han leído la historia que
se holgaran se les hubiera olvidado a los autores della algunos de los
infinitos palos que en diferentes encuentros dieron al señor don Quijote.
–Ahí
entra la verdad de la historia –dijo Sancho.
–También
pudieran callarlos por equidad –dijo don Quijote–, pues las acciones que ni
mudan ni alteran la verdad de la historia no hay para qué escribirlas, si han
de redundar en menosprecio del señor de la historia. A fe que no fue tan
piadoso Eneas como Virgilio le pinta, ni tan prudente Ulises como le describe
Homero.
–Así
es –replicó Sansón–, pero uno es escribir como poeta y otro como historiador:
el poeta puede contar, o cantar las cosas, no como fueron, sino como debían
ser; y el historiador las ha de escribir, no como debían ser, sino como fueron,
sin añadir ni quitar a la verdad cosa alguna.
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