MUMÚ
Edgardo Rafael Malaspina Guerra
I
Mumú es un cuento de Iván Turguenev escrito en 1852 y
publicado en 1854. En este relato hay una denuncia sobre la problemática social
de Rusia, se muestra el amor y el odio de los humanos hacia los animales, y
también se resaltan algunos aspectos relacionados con la Medicina de la época.
“En una de las distantes calles de Moscú, en una casa
gris con columnas blancas, vivía una dama viuda, rodeada de numerosos
sirvientes. Entre sus sirvientes, destacó especialmente el conserje Guerásim,
un hombre sordomudo de nacimiento. Estaba dotado de una fuerza heroica y
extraordinaria.”
II
La dama anciana de Moscú , muy cruel, separa al sirviente
sordomudo de la mujer que ama y luego lo obliga deshacerse de su único amigo:
una perrita. El héroe obedece dócilmente la orden y, habiendo perdido el
sentido de la vida, regresa a su pueblo natal.
Guerásim, el sordomudo, salva a un cachorro de la muerte y lo trae a
casa. La perrita Mumú llena de alegría el corazón del buen hombre. La ama de la
casa nota la presencia de la perrita, quiere jugar con ella, pero el animal la
rechaza. Luego la dama alegará que los ladridos de la perrita no la dejan
dormir y ordena al sordomudo eliminarla.
III
El protagonista de la historia "Mumú", el
siervo sordomudo Guerásim, encarna en la obra las ideas de Turguenev sobre el
valiente pueblo ruso, amante de la libertad. Por voluntad de la amante, Guerásim
primero perdió su tierra natal, luego su amada Tatyana e incluso su Mumú , todo
esto llevó a la rebelión interna del héroe. Al final del trabajo, el hombre
rompe los lazos de la servidumbre. Regresa a casa y se convierte en un hombre
por su propia voluntad.
IV
Turguenev escribió la historia "Mumú" en 1852.
El trabajo se publicó por primera vez en 1854 en la revista Sovremennik. La
historia se creó en el marco del espíritu literario del realismo crítico. "Mumú"
es la primera obra en la que Turguenev muestra los vicios de la servidumbre,
denuncia y condena este orden social.
V
Trabajando en la historia "Mumú", Turguenev
revivió en la memoria los hechos que habían tenido lugar varios años antes en
la casa de su difunta madre.Ivan Sergueivich admitió más tarde
que todo lo que escribió no fue "compuesto", sino que se inspiró en
hechos reales, personas vivas con las que se reunió el escritor.
VI
PÁRRAFOS
1
Guerásim
salva a una perrita que se estaba ahogando:
Caía
la tarde. Caminaba lentamente, contemplando el agua. De pronto le pareció que
una criatura viva se debatía en el fango, junto a la ribera. Se agachó y vio un
cachorro blanco con manchas negras que, a pesar de todos sus esfuerzos, no
podía ganar la orilla; se agitaba, se escurría y su cuerpo menudo y mojado se
veía sacudido por temblores. Guerásim se quedó mirando al desdichado perrito,
lo cogió con una mano, se lo metió en el pecho y regresó a grandes zancadas a
la casa.
2
El
amor entre Guerásim y Mumú:
Pocas
madres cuidan con tanta diligencia de su pequeño como Guerásim de su protegida.
(El perro resultó ser una perrita.) Al principio pareció muy débil, delgaducha
y fea, pero poco a poco fue recuperándose y restableciéndose, y al cabo de unos
ocho meses, gracias a los cuidados incesantes de su salvador, se convirtió en
una bella perrita de raza española, de largas orejas, rabo peludo en forma de
tubo y grandes ojos expresivos. Le cogió mucho cariño a Guerásim, del que no se
separaba ni un paso: lo seguía a todas partes, moviendo la cola. Sabiendo, como
todos los mudos, que sus mugidos atraían la atención de los demás, Guerásim le
dio el nombre de Mumú.
3
Mumú
y su amo:
Mumú
lo despertaba todas las mañanas; tirándole del faldón del abrigo, le llevaba
por la brida el viejo caballo, con el que vivía en buena armonía, le acompañaba
al río con aire de importancia, vigilaba su pala y su escoba, y no permitía que
nadie entrara en su cuartucho. Guerásim había practicado una abertura en la
puerta para que la perrita pudiera pasar, y se diría que está solo en ese lugar
se sentía en su propio hogar; por eso, en cuanto traspasaba el umbral, saltaba alegremente
a la cama
4
La
última cena:
En
la taberna conocían a Guerásim y comprendían sus señales. Pidió sopa de col con
carne y se sentó, apoyando los codos en la mesa. Mumú estaba a un lado de la
silla y lo miraba tranquilamente con sus ojillos expresivos. Su pelaje
resplandecía: era evidente que la habían cepillado hacía poco. Una vez que le
sirvieron, Guerásim echó en la sopa unas migas de pan, partió la carne en
trozos pequeños y puso el plato en el suelo. Mumú se aprestó a comer con su
delicadeza habitual, rozando apenas el caldo con el hocico. Su amo pasó largo
rato contemplándola; de pronto, dos gruesas lágrimas rodaron por sus mejillas:
una cayó en la abultada frente de la perra y la otra en la sopa. Guerásim
ocultó el rostro en las manos. Mumú se comió la mitad del plato y se apartó
relamiéndose. Guerásim se puso en pie, pagó y salió, acompañado de la mirada
algo sorprendida del camarero.
5
Guerásim
ahoga a Mumú:
Guerásim
siguió remando. Pronto quedaron atrás las casas de Moscú y en ambas orillas
surgieron prados, huertos, campos, bosques e isbas. Llegaban olores de aldea.
El mudo dejó los remos, inclinó la cabeza sobre Mumú, que estaba sentada ante
él en un banco seco –pues el fondo estaba cubierto de agua– y se quedó inmóvil
unos instantes, cruzando los poderosos brazos sobre el lomo de la perra,
mientras la corriente iba arrastrando poco a poco la barca de vuelta a la
ciudad. Por fin Guerásim se incorporó y con una expresión de rabia enfermiza se
apresuró a atar los ladrillos a la cuerda, hizo un lazo y se lo pasó a Mumú por
el cuello, levantó a la perra por encima de las aguas y la contempló por última
vez… Ella lo miraba con confianza, sin temor, meneando apenas el rabo. Guerásim
volvió la cabeza, entornó los ojos y abrió las manos… No oyó nada, ni el breve
gruñido que emitió Mumú, ni el clamor del agua; para él el día más fragoroso
era más silencioso y calmo que para nosotros la noche más serena. Cuando volvió
a abrir los ojos, las pequeñas olas se sucedían veloces en el río, como
persiguiéndose unas a otras, y batían los dos costados de la barca, lo mismo
que antes; solo en la lejanía, detrás de él, se desplazaban hacia la orilla
grandes círculos.
6
Guerásim
rechaza tener más mascotas para evitar el sufrimiento por su pérdida:
Guerásim,
pobre y sin tierras, aún vive en su isba solitaria; sigue siendo el mismo
hombre robusto y vigoroso, trabaja por cuatro como antes y conserva ese aire
grave y circunspecto. Pero sus vecinos han advertido que, desde su vuelta de
Moscú, ha dejado de tratar a las mujeres, ni siquiera las mira, y que no
quiere perros en su casa. “Por lo demás” comentan los campesinos, “es una
suerte que no tenga necesidad de mujer. ¿Y qué falta le hace un perro? ¡Ningún
ladrón se acercará a su puerta ni por todo el oro del mundo!” Hasta tal punto
se han extendido los rumores sobre la fuerza hercúlea del mudo.
7
Aspectos
médicos:
Crisis
nerviosa
En
ese momento la señora acababa de quedarse dormida tras una prolongada “crisis
nerviosa”; esas crisis siempre se producían después de una cena demasiado
copiosa. Los inesperados ladridos la despertaron: el corazón se puso a latir
con fuerza y luego pareció detenerse.
–¡Oh,
oh, me muero! –exclamó esta, retorciéndose las manos con desesperación–. ¡Otra
vez ese perro…! ¡Oh, que venga el doctor! Quieren matarme… ¡El perro, otra vez
el perro! ¡Oh!
Y
echó la cabeza hacia atrás, como dando a entender que se desmayaba.
El
doctor y las gotas de lauroceraso:
Fueron
corriendo a buscar al doctor, es decir, al médico de cabecera Jaritón, cuya
ciencia se reducía a llevar botas de suela flexible, buscar con delicadeza el
pulso, dormir catorce horas al día, suspirar el resto de la jornada y
administrar una y otra vez a la señora gotas de lauroceraso*. Jaritón acudió al
momento, sahumó la habitación con plumas requemadas y, cuando la señora abrió
los ojos, se aprestó a presentarle en una bandeja de plata una copa con las
preciadas gotas. La señora las tomó, pero al poco rato volvió a quejarse con
voz llorosa del perro, de Gavrila, de su suerte, de que era una pobre anciana
abandonada, de que nadie se compadecía de ella, de que todos deseaban su
muerte. Entretanto, la desdichada Mumú seguía ladrando, mientras Guerásim
trataba de apartarla en vano de la valla.
El
médico murmuró unas palabras a una de las damas de compañía, que se precipitó
en el vestíbulo y sacudió a Stepán; este, a su vez, corrió a despertar a
Gavrila, quien, dejándose llevar por un arrebato repentino, puso en pie a toda
la casa.
Es
probable que la señora hubiera tardado en tranquilizarse, pero el médico, con
las prisas, le había administrado cuarenta gotas en lugar de las doce
habituales: las propiedades del lauroceraso surtieron efecto y un cuarto de
hora más tarde la anciana se hundió en un sueño profundo y sereno; en cuanto a
Guerásim, estaba tumbado en su cama, todo pálido, y apretaba con fuerza el
hocico de Mumú.
Nota:
*Lauroceraso
laurocerasus, lauroceraso o laurel cerezo es
una especie de arbusto o árbol siempreverde del género Prunus originaria de la
laurisilva y los ecosistemas que evolucionaron de la misma, de hasta 8 m de
alto, perteneciente a la familia de las rosáceas. Es originaria de Asia Menor y
se cultiva en zonas templadas de Europa como planta ornamental, desarrollándose
generalmente como arbusto.
Tiene
efecto sedante sobre el sistema nervioso .Estimulante respiratorio. Las
semillas, por su contenido en ácido cianhídrico son altamente tóxicas y tienen
el sabor de las almendras amargas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario