MÁS
ALLÁ DEL BIEN Y DEL MAL
Edgardo
Rafael Malaspina Guerra
1
En
“Más allá del bien y del mal” (1886) Nietzsche desarrolla de manera más explícita
sus tesis filosóficas ya planteadas poéticamente en “Así habló Zaratustra”
(1883). Habla de la filosofía y los filósofos, la religión, el superhombre (el
hombre debe ser como el sol y llevar sus pasos hasta Hércules. Debe hacer,
crear y tener su séptimo día), Europa y sus países (se oponía a los
nacionalismos), la música, la moral, la justicia, el tema judío (se oponía al
antisemitismo), la mujer (opiniones contradictorias: alaba a la mujer por su
inteligencia, pero critica el feminismo. “La mujer es un gato hermoso y
peligroso”).
Hay
que ubicarse más allá del bien y del mal: superar la dualidad humana, los
opuestos.
2
Toda
gran filosofía es la autoconfesión de su autor y una especie de memorias no
queridas y no advertidas.
3
La vida es voluntad de poder: la
autoconservación es tan sólo una de las consecuencias indirectas y más
frecuentes de esto.
4
Toda volición consiste sencillamente en mandar
y obedecer.
5
El
pensar de los filósofos no es, de hecho, tanto un descubrir cuanto un
reconocer, un recordar de nuevo, un volver atrás y un repatriarse a aquella
lejana, antiquísima economía global del alma de la cual habían brotado en otro
tiempo aquellos conceptos: - filosofar es, en este aspecto, una especie de
atavismo del más alto rango.
6
La
psicología entera ha estado pendiendo hasta ahora de prejuicios y temores
morales: no ha osado descender a la profundidad. Concebirla como morfología y
como teoría de la evolución de la voluntad del poder, tal como yo la concibo -
eso es algo que nadie ha rozado siquiera en sus pensamientos: en la medida, en
efecto, en que está permitido reconocer en lo que hasta ahora se ha escrito un
síntoma de lo que hasta ahora se ha callado.
7
¡Cómo
hemos sabido desde el principio mantener nuestra ignorancia, a fin de disfrutar
una libertad, una despreocupación, una imprevisión, una intrepidez, una jovialidad
apenas comprensible de la vida, a fin de disfrutar la vida!
8
A
la ciencia, hasta ahora, le ha sido lícito levantarse únicamente sobre este
fundamento de ignorancia, que ahora ya es firme y granítico; a la voluntad de
saber sólo le ha sido lícito levantarse sobre el fundamento de una voluntad
mucho más fuerte, ¡la voluntad de no-saber, de incertidumbre, de no-verdad!
9
Hasta ahora ningún filósofo ha tenido todavía
razón.
10
¡Elegid
la soledad buena, la soledad libre, traviesa y ligera, la cual os otorga
también derecho a continuar siendo buenos en algún sentido!
11
Todo
hombre selecto aspira instintivamente a tener un castillo y un escondite
propios donde quedar redimido de la multitud, de los muchos, de la mayoría,
donde tener derecho a olvidar.
12
Es
difícil ser comprendido: en especial si uno piensa y vive gangasrotogati (al
ritmo del Ganges) entre hombres que piensan y viven de otro modo, a saber,
kurmagati (al ritmo de la tortuga) o, en el mejor de los casos, mandeikagati, “según
el modo de caminar de la rana”. ¿acabo de hacer todo lo posible para que resulte
difícil comprenderme también a mí?,
13
Platón y su naturaleza de esfinge: entre las almohadas de su lecho de muerte no
se encontró ninguna “biblia”, nada egipcio, pitagórico, platónico, - sino a
Aristófanes. ¡Cómo habría soportado incluso un Platón la vida - una vida
griega, a la que dijo no, - sin un Aristófanes!
14
Es
cosa de muy pocos ser independiente: - es un privilegio de los fuertes.
15
Lo
que sirve de alimento o de tónico a una especie superior de hombres tiene que
ser casi un veneno para una especie muy diferente de aquélla e inferior.
16
Los libros para todos son siempre libros que
huelen mal: el olor de las gentes pequeñas se adhiere a ellos.
17
En
los lugares donde el pueblo come y bebe, e incluso donde rinde veneración,
suele heder. No debemos entrar en iglesias si queremos respirar aire puro.
18
El
filósofo tiene hoy el deber de desconfiar, de mirar maliciosamente de reojo
desde todos los abismos de la sospecha.
19
Si
buscas la verdad para hacer el bien, no encontrarás nada.
20
El
mundo visto desde dentro, el mundo definido y designado en su “carácter
inteligible”, es cabalmente “voluntad de poder” y nada más.
21
Está
refutado Dios, pero no el diablo.
22
Nadie
tendrá fácilmente por verdadera una doctrina tan sólo porque ésta haga felices
o haga virtuosos a los hombres. La felicidad y la virtud no son argumentos.
23
No
se debe restringir el concepto de “filósofo”
al filósofo que escribe libros - ¡o que incluso lleva su filosofía a los
libros!
24
Para
ser un buen filósofo hace falta ser seco, claro, sin ilusiones. (Stendhal)
25
Todo
lo que es profundo ama la máscara. Todo espíritu profundo necesita una máscara:
aún más, en torno a todo espíritu profundo va creciendo continuamente una
máscara.
26
No
debemos quedar adheridos a ninguna persona: aunque sea la más amada, - toda
persona es una cárcel, y también un rincón. No quedar adheridos a ninguna
patria: aunque sea la que más sufra y la más necesitada de ayuda.
27
¡Y
cómo podría existir un “bien común”! La expresión se contradice así misma: lo
que puede ser común tiene siempre poco valor.
28
En
lo que se refiere a la peligrosa fórmula “más allá del bien y del mal”, con la
cual evitamos al menos ser confundidos con otros: nosotros somos algo distinto
de los librepensadores, o como les guste denominarse a todos esos bravos
abogados de las “ideas modernas”.
29
El
amor a la verdad tiene su recompensa en el cielo y ya en la tierra.
30
Dondequiera
que ha aparecido hasta ahora en la tierra la neurosis religiosa, la encontramos
ligada a tres peligrosas prescripciones dietéticas: soledad, ayuno y abstinencia
sexual.
31
La
filosofía moderna, por ser un escepticismo gnoseológico, es, de manera oculta o
declarada, anticristiana: aunque en modo alguno sea antirreligiosa, quede dicho
esto para oídos más sutiles.
32
Existe
una larga escalera de la crueldad religiosa que consta de numerosos peldaños;
pero tres de éstos son los más importantes: En otro tiempo la gente sacrificaba
a su dios seres humanos. Después, en la época moral de la humanidad, la gente
sacrificaba a su dios los instintos más fuertes que poseía, la “naturaleza”
propia; esta alegría festiva brilla en la cruel mirada del asceta, del hombre
entusiásticamente “antinatural”. Finalmente, ¿qué quedaba todavía por
sacrificar? Sacrificar a Dios por la
nada.
33
El
instinto de conservación es el que enseña a los hombres a ser volubles, ligeros
y falsos.
34
El miedo profundo y suspicaz a un pesimismo
incurable es lo que constriñe a milenios enteros a aferrarse con los dientes a
una interpretación religiosa de la existencia.
35
El
filósofo, entendido en el sentido en que lo entendemos nosotros, nosotros los
espíritus libres -, como el hombre que tiene la responsabilidad más amplia de
todas, que considera asunto de su conciencia el desarrollo integral del hombre:
ese filósofo se servirá de las religiones para su obra de selección y
educación, de igual modo que se servirá de las situaciones políticas y
económicas existentes en cada caso.
36
El
amor a uno solo es una barbarie, pues se practica a costa de todos los demás.
También el amor a Dios.
3
7
Un
hombre de genio resulta insoportable si no posee, además, otras dos cosas
cuando menos: gratitud y limpieza.
38
Una
cosa que queda explicada deja de interesarnos. - ¿Qué quería decir aquel dios
que aconsejaba: «¡Conócete a ti mismo!»? ¿Acaso esto significaba: “¡Deja de
interesarte a ti mismo! ¡Vuélvete objetivo!”? - ¿Y Sócrates? - ¿Y el hombre
científico?
39
De
las personas muy inteligentes comenzamos a desconfiar cuando se quedan
perplejas.
40
En
la afabilidad no hay nada de odio a los hombres, pero justo por ello hay
demasiado desprecio por los hombres.
41
Madurez
del hombre adulto: significa haber reencontrado la seriedad que de niño tenía
al jugar.
42
Merced
a la música gozan de sí mismas las pasiones.
43
No
existen fenómenos morales, sino sólo una interpretación moral de fenómenos...
44
¿Quieres
predisponer a alguien en favor de ti? Fíngete desconcertado ante él
45
El
diablo es el más antiguo amigo del conocimiento.
46
El
talento es también un adorno; y un adorno es también un escondite.
47
Por
lo que más se nos castiga es por nuestras virtudes.
48
Detrás
de un docto notable encontramos no pocas veces un hombre mediocre, y detrás de
un artista mediocre encontramos incluso a menudo - un hombre muy notable.
49
El
bajo vientre es el motivo de que al hombre no le resulte fácil tenerse por un
dios.
50
Quien
con monstruos lucha cuide de no convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras
largo tiempo a un abismo, también éste mira dentro de ti.
51
Lo
que se hace por amor acontece siempre más allá del bien y del mal.
52
La
demencia es algo raro en los individuos, - pero en los grupos, los partidos,
los pueblos, las épocas constituye la regla.
53
El
pensamiento del suicidio es un poderoso medio de consuelo: con él se logra
soportar más de una mala noche.
54
No
amamos ya bastante nuestro conocimiento tan pronto como lo comunicamos.
55
Los
poetas carecen de pudor con respecto a sus vivencias: las explotan.
56
Es
inhumano bendecir cuando nos han maldecido.
57
Schopenhauer, aunque pesimista, propiamente -
tocaba la flauta... ¿es propiamente un pesimista?
58
Toda
moral es una tiranía contra la “naturaleza”, también contra la “razón”.
59
Las
razas laboriosas encuentran una gran molestia en soportar la ociosidad: fue una
obra maestra del instinto inglés el santificar y volver aburrido el domingo
hasta tal punto que el inglés vuelve a anhelar, sin darse cuenta, sus días de
semana y de trabajo.
60
¿Qué
otra cosa es el Sócrates platónico sino Platón por delante, Platón por detrás,
¿y en medio la Quimera?
61
Desde Platón todos los teólogos y filósofos
siguen la misma senda, - es decir, en cosas de moral ha vencido hasta ahora el
instinto, o “la fe”, como la llaman los cristianos, o “el rebaño”, como lo
llamo yo.
62
Así
como hoy un lector no lee en su totalidad cada una de las palabras (y mucho
menos cada una de las sílabas) de una página - antes bien, de veinte palabras
extrae al azar unas cinco y “adivina” el sentido que presumiblemente
corresponde a esas cinco palabras -, así tampoco nosotros vemos un árbol de
manera rigurosa y total en lo que respecta a sus hojas, ramas, color , figura;
nos resulta mucho más fácil fantasear una aproximación de árbol.
63
Las vivencias que tenemos mientras soñamos,
suponiendo que las tengamos a menudo, acaban por formar parte de la economía
global de nuestra alma lo mismo que cualquier otra vivencia «realmente.
64
El
miedo es el padre de la moral.
65
Ni
Dios, ni amo, dice una fórmula socialista; coinciden en la tenaz resistencia
contra toda pretensión especial, contra todo derecho especial y todo privilegio
(y esto significa, en última instancia, contra todo derecho: pues cuando todos
son iguales, ya nadie necesita “derechos” ; coinciden en la creencia en la moral de la compasión
comunitaria, como si ésta fuera la moral en sí, la cima, la alcanzada cima del
hombre, la única esperanza del futuro, el consuelo de los hombres de hoy, la
gran redención de toda culpa de otro tiempo: - coinciden todos ellos en la
creencia de que la comunidad es la redentora, por lo tanto, en la fe en el
rebaño, en la fe en “sí mismos”...
66
El
futuro del hombre es voluntad suya, que depende de una voluntad humana, y para
preparar grandes riesgos y ensayos globales de disciplina y selección
destinados a acabar con aquel horrible dominio del absurdo y del azar que hasta
ahora se ha llamado “historia”.
67
La
degeneración global del hombre, hasta rebajarse a aquello que hoy les parece a
los cretinos y majaderos socialistas su “hombre del futuro”, - ¡su ideal! - esa
degeneración y empequeñecimiento del hombre en completo animal de rebaño (o,
como ellos dicen, en hombre de la “sociedad libre”, esa animalización del
hombre hasta convertirse en animal enano dotado de igualdad de derechos y
exigencias son posibles, ¡no hay duda! Quien ha pensado alguna vez hasta el
final esa posibilidad conoce una náusea más que los demás hombres, - ¡y tal vez
también una nueva tarea.
68
El docto tiene también, como es obvio, las enfermedades y defectos de una
especie no aristocrática: tiene mucha envidia pequeña y posee un ojo de lince
para ver cuánto de bajo hay en las nata- ralezas a cuyas alturas él no puede
ascender.
Las
cosas peores y más peligrosas que un docto es capaz de hacer le vienen del
instinto de mediocridad de su especie.
69
El
filósofo delatará algo de su propio ideal cuando establezca: “El más grande
será el que pueda ser el más solitario, el más oculto, el más divergente, el
hombre más allá del bien y del mal, el señor de sus virtudes, el sobrado de
voluntad; grandeza debe llamarse precisamente el poder ser tan multa- ple como
entero, tan amplio como pleno”.
70
Lo
que un filósofo es, eso resulta difícil de aprender, pues no se puede enseñar:
hay que “saberlo”, por experiencia, - o se debe tener el orgullo de no saberlo.
71
¿Amar
a nuestros enemigos? Yo creo que eso se ha aprendido bien: hoy eso ocurre de
mil maneras, en lo grande y en lo pequeño; incluso a veces ocurre ya algo más
elevado y más sublime - nosotros aprendemos a despreciar cuando amamos, y
precisamente cuando mejor amamos
72
Bienaventurados los olvidadizos: pues
“digerirán” incluso sus estupideces.
73
El
juicio y la condena morales constituyen la venganza favorita de los hombres
espiritualmente limitados contra quienes no lo son tanto, y también una especie
de compensación por el hecho de haber sido mal dotados por la naturaleza
74
Toda
moral no egoísta que se considere a sí misma incondicional y que se dirija a
todo el mundo no peca solamente contra el gusto: es una incitación a cometer
pecados de omisión, es una seducción más, bajo máscara de filantropía.
75
Lo
mismo el hedonismo que el pesimismo, lo mismo el utilitarismo que el
eudemonismo: todos esos modos de pensar que miden el valor de las cosas por el
placer y el sufrimiento que éstas producen, es decir, por estados concomitantes
y cosas accesorias, son ingenuidades y modos superficiales de pensar.
76
El
bienestar, tal como vosotros lo entendéis - ¡eso no es, desde luego, una meta,
eso a nosotros nos parece un final! Un estado que enseguida vuelve ridículo y
despreciable al hombre, - ¡que hace desear el ocaso de éste!
77
La
disciplina del sufrimiento, del gran sufrimiento - ¿no sabéis que únicamente
esa disciplina es la que ha creado hasta ahora todas las elevaciones del
hombre?
78
Aquella
tensión del alma en la infelicidad, que es la que le inculca su fortaleza, los
estremecimientos del alma ante el espectáculo de la gran ruina, su inventiva y
valentía en el soportar, perseverar, interpretar, aprovechar la desgracia, así
como toda la profundidad, misterio, máscara, espíritu, argucia, grandeza que le
han sido donados al alma: - ¿no le han sido donados bajo sufrimientos, bajo la
disciplina del gran sufrimiento?
79
Toda virtud se inclina a la estupidez, toda
estupidez, a la virtud;” estúpido hasta la santidad”, dícese en Rusia, -
¡tengamos cuidado de no acabar nosotros volviéndonos, por honestidad, santos y
aburridos! ¿No es la vida cien veces demasiado corta - para aburrirse en ella?
En la vida eterna tendríamos que creer para...
80
Perdóneseme
el descubrimiento de que toda la filosofía moral ha sido hasta ahora aburrida y
ha constituido un somnífero.
81
Guardar
las apariencias es tartufería moral.
82
¿No
es un moralista lo contrario de un puritano? ¿A saber, en cuanto es un pensador
que considera la moral como algo problemático, cuestionable, en suma, como
problema? ¿Moralizar no sería inmoral?
83
Lo
que constituye la dolorosa voluptuosidad de la tragedia es crueldad; lo que
produce un efecto agradable en la llamada compasión trágica y, en el fondo,
incluso en todo lo sublime, hasta llegar a los más altos y delicados
estremecimientos de la metafísica, eso recibe su dulzura únicamente del
ingrediente de crueldad que lleva mezclado.
Lo
que disfrutaba el romano en el circo, el cristiano en los éxtasis de la cruz,
el español ante las hogueras o en las corridas de toros, el japonés de hoy que
se aglomera para ver la tragedia, el trabajador del suburbio de París que tiene
nostalgia de revoluciones sangrientas, la wagneriana que “aguanta”, con la
voluntad en vilo, Tristán e Isolda, - lo que todos ésos disfrutan y aspiran a
beber con un ardor misterio son los brebajes aromáticos de la gran Circe
llamada “Crueldad”.
84
Finalmente,
considérese que incluso el hombre de conocimiento, al coaccionar a su espíritu
a conocer, en contra de la inclinación del espíritu actúa como artista y
glorificador de la crueldad. En todo querer-conocer hay ya una gota de
crueldad.
85
El
aprender nos transforma, hace lo que hace todo alimento, el cual no se limita
tampoco a “mantener”: como sabe el fisiólogo.
86
La
mujer quiere llegar a ser independiente: y para ello comienza ilustrando a los
varones acerca de la “mujer en sí” - éste es uno de los peores progresos del
afeamiento general de Europa. ¡Pues qué habrán de sacar a luz esas burdas
tentativas del cientificismo y auto desnudamiento femeninos!
87
Hay
giros y ocurrencias del espíritu, hay sentencias, un pequeño puñado de
palabras, en que una cultura entera, una sociedad entera quedan cristalizadas
de repente. De ellos forma parte aquella frase incidental de Madame de Lambert
a su hijo: amigo mío, no os permitáis nunca más que locuras que os produzcan un
gran placer.
88
He
vuelto a oír por vez primera - la obertura de Richard Wagner para Los maestros
cantores: es éste un arte suntuoso, sobrecargado, grave y tardío… ¡Qué savias y
fuerzas, qué estaciones y climas están aquí mezclados!
89
Con
placer oigo decir que nuestro sol se desplaza con rápido movimiento hacia la
constelación de Hércules: y yo espero que el hombre que vive en esta tierra
actúe igual que el sol. ¡Y en vanguardia nosotros, nosotros los buenos
europeos!
90
Los
“viejos y buenos tiempos” han acabado, con Mozart entonaron su última canción:
- ¡qué felices somos nosotros por el hecho de que su rococó nos continúe
hablando, por el hecho de que a su “buena sociedad”, a su delicado entusiasmo y
a su gusto infantil por lo chinesco y florido, a su cortesía del corazón, a su
anhelo de cosas graciosas, enamoradas, bailarinas, bienaventuradas hasta el
llanto, a su fe les continúe siendo lícito apelar a un cierto residuo
existente en nosotros! ¡Ay, alguna vez esto habrá pasado! - ¡mas quién dudaría
de que antes habrá desaparecido la capacidad de entender y saborear a
Beethoven! - el cual no fue, en efecto, más que el acorde final de una
transición estilística y de una ruptura de estilo, y no, como Mozart, el acorde
final de un gran gusto europeo que había durado siglos.
91
El
hombre antiguo, cuando leía - esto ocurría bastante raramente - lo que hacía
era recitarse algo a sí mismo, y desde luego en voz alta; la gente se alarmaba
cuando alguien leía en voz baja, preguntándose a escondidas por las razones de
ello. En voz alta: esto quiere decir, con todas las hinchazones, inflexiones,
cambios de tono y variaciones de ritmo en que se complacía el mundo público de
la Antigüedad. Entonces las leyes del estilo escrito eran aún las mismas que
las del estilo hablado; y las leyes de éste dependían, en parte, del asombroso
desarrollo, de las refinadas necesidades de los oídos y de la laringe y, en
parte, de la fuerza, duración y potencia de los pulmones…
92
Cada
pueblo tiene su tartufería propia, y la denomina sus virtudes.
93
¿Qué
debe Europa a los judíos? - Muchas cosas, buenas y malas, y ante todo una que
es a la vez de las mejores y de las peores: el gran estilo en la moral, la
terribilidad y la majestad de exigencias infinitas, de significados infinitos,
todo el romanticismo y sublimidad de las problemáticas morales - y, en
consecuencia, justo la parte más atractiva, más capciosa y más selecta de
aquellos juegos de colores y de aquellas seducciones que nos incitan a vivir,
en cuyo resplandor final brilla - tal vez está dejando de brillar - hoy el
cielo de nuestra cultura europea, su cielo de atardecer. Nosotros los artistas
entre los espectadores y filósofos sentimos por ello frente a los judíos -
gratitud.
94
Pero
los judíos son, sin ninguna duda, la raza más fuerte, más tenaz y más pura que
vive ahora en Europa; son diestros en triunfar aun en las peores condiciones
(mejor incluso que en condiciones favorables), merced a ciertas virtudes que
hoy a la gente le gusta tildar de vicios, - gracias sobre todo a una fe
decidida…
Lo que quieren y desean (los judíos), incluso
con cierta insistencia, es ser absorbidos y succionados en Europa, por Europa,
anhelan estar fijos por fin en algún sitio, ser permitidos, respetados, y dar
una meta a la vida nómada, al “judío eterno” -; y se debería tener muy en
cuenta y complacer esa tendencia y ese impulso (los cuales acaso manifiesten
una atenuación de los instintos judíos): para lo cual tal vez fuera útil y
oportuno desterrar a todos los voceado res antisemitas del país.
95
Hay
verdades tales que son las cabezas mediocres las que mejor las conocen, ya que
son las más conformes a ellas, hay verdades tales que sólo poseen atractivos y
fuerzas de seducción para espíritus mediocres.
96
El
abismo entre tener conocimientos y tener capacidad de obrar quizá sea más
grande, también más inquietante de lo que se piensa: el hombre capaz de
realizar algo en gran estilo, el creador, tendrá que ser posiblemente un
ignorante, - mientras que, por otro lado, para hacer descubrimientos
científicos del género de los de Darwin no constituyen una mala disposición
indudablemente una cierta estrechez, una cierta avidez y una cierta solicitud
diligente
97
Las
diferencias crean odios.
98
Hay
una moral de señores y hay una moral de esclavos.
99
No
es posible borrar del alma de un hombre aquello que sus antepasados hicieron de
manera más gustosa y más constante.
100
En
todas las almas ocurre que un mismo número de vivencias que se repiten a menudo
obtiene la primacía sobre las que se dan más raramente: acerca de ellas la
gente se entiende con rapidez, de un modo cada vez más rápido - la historia de
la lengua es la historia de un proceso de abreviación -; sobre la base de ese rápido
entendimiento la gente se vincula de un modo estrecho, cada vez más estrecho.
101
La
compasión propia del santo es la compasión por la suciedad de lo humano,
demasiado humano. Y hay grados y alturas en los que la compasión misma es sentida
por él como contaminación, como suciedad...
102
Un
hombre que aspire a cosas grandes considera a todo aquel con quien se encuentra
en su ruta, o bien con- no un medio, o bien como una rémora y obstáculo, - o
bien como un lecho pasajero para reposar.
103
Quien no quiere ver lo
elevado de un hombre fija su vista de un modo tanto más penetrante en aquello
que en él es bajo y superficial - y con ello se delata.
104
En
toda especie de herida y de pérdida el alma inferior y más grosera se halla en
mejores condiciones que el alma más aristocrática: los peligros de esta última
tienen que ser mayores, su probabilidad de sufrir una desgracia y de perecer es
incluso enorme, dada la multiplicidad de sus condiciones de vida. - En un
lagarto un dedo perdido vuelve a crecer: no así en el hombre.
105
Y
elegir como compañía ese vicio granuja y jovial, la cortesía. Y permanecer
dueños de nuestras cuatro virtudes: el valor, la lucidez, la simpatía, la
soledad. Pues la soledad es en nosotros una virtud, por cuanto constituye una
inclinación y un impulso sublimes a la limpieza, los cuales adivinan que en el
contacto entre hombre y hombre – “en sociedad” - las cosas tienen que ocurrir de
una manera inevitablemente sucia.
106
La
plebe vuelve opaco y plomizo todo.
107
Toda
filosofía esconde también una filosofía; toda opinión es también un escondite,
toda palabra, también una máscara.
108
Todo
pensador profundo tiene más miedo a ser entendido que a ser malentendido.
109
Un
filósofo: es un hombre que constantemente vive, ve, oye, sospecha, espera,
sueña cosas extraordinarias; alguien al que sus propios pensamientos golpean
como desde fuera, como desde arriba y desde abajo…acaso él mismo sea una
tormenta que camina grávida de nuevos rayos; un hombre fatal, rodeado siempre
de truenos y gruñidos y aullidos y acontecimientos inquietantes. Un filósofo:
ay, un ser que con frecuencia huye de sí mismo, que con frecuencia se tiene miedo
a sí mismo, - pero que es demasiado curioso para no “volver a sí mismo” una y
otra vez...
110
Que
Dioniso es un filósofo y que, por lo tanto, también los dioses filosofan,
paréceme una novedad que no deja de ser capciosa, y que tal vez suscite desconfianza
cabalmente entre filósofos.
111
Ahora
nosotros, seguros de una victoria conjunta, celebramos La fiesta de las
fiestas:
¡El
amigo Zaratustra ha llegado, el huésped de los huéspedes! Ahora el mundo ríe,
el telón gris se ha rasgado,
El
momento de las bodas entre luz y tinieblas ha llegado...